
EL COMETA INTERESTELAR 3I/ATLAS REAPARECIÓ TRAS SU PASO POR EL SOL Y DESCONCIERTA A LOS ASTRÓNOMOS
El objeto volvió a ser visible luego de cruzar detrás del Sol; su brillo azul y su origen en otro sistema estelar lo convierten en uno de los fenómenos más enigmáticos del año.
El cometa 3I/ATLAS, proveniente de los confines del espacio interestelar, volvió a ser visible desde la Tierra después de atravesar su perihelio —el punto más cercano al Sol— el 31 de octubre. Su reaparición fue registrada por telescopios en el hemisferio norte, marcando un nuevo hito en la observación astronómica. Con una velocidad superior a los 210.000 kilómetros por hora, el 3I/ATLAS es apenas el tercer objeto interestelar detectado en la historia, tras ‘Oumuamua y Borisov, y su comportamiento sorprende a la comunidad científica.
El cometa fue fotografiado por el astrónomo Qicheng Zhang desde el Observatorio Lowell, en Arizona, quien confirmó que su luz azulada podía ser detectada incluso con telescopios amateurs. La NASA informó que el objeto sobrevivió a su acercamiento al Sol y emergió más brillante de lo esperado, lo que sugiere una inusual emisión de gases. Con un núcleo de unos 20 kilómetros y una masa superior a 33.000 millones de toneladas, es el cuerpo interestelar más grande observado hasta ahora.
El fenómeno más desconcertante es su color: más azul que el Sol, algo físicamente anómalo para un cuerpo helado. Además, el cometa presentó una “anti-cola” orientada hacia la estrella, seguida luego por una cola convencional, un comportamiento que algunos investigadores asocian con procesos aún desconocidos. Los análisis preliminares revelan una composición atípica, rica en dióxido de carbono y níquel, y casi sin hierro, lo que sugiere un origen en regiones extremadamente frías y antiguas de la galaxia.
Los científicos estiman que el 3I/ATLAS se formó hace más de 10.000 millones de años, antes del nacimiento del Sistema Solar. En diciembre alcanzará su punto más cercano a la Tierra —a unos 270 millones de kilómetros— y luego se dirigirá hacia Júpiter antes de perderse para siempre en el espacio profundo. Para la NASA y los observatorios del mundo, este visitante interestelar ofrece una oportunidad única: observar en tiempo real un fragmento intacto de otro sistema estelar y, con ello, una ventana al pasado más remoto de la Vía Láctea.